En una pequeña capilla de nombre Santa María Magdalena, por el 2018, nace la escuela de música “Escal-Har”, en español “Escalar”. Como iniciativa del Padre Cayetano Camauer se crea una escuela para niños y jóvenes de bajos recursos de las afueras de Pucallpa para que aprendan a tocar el violín.
Muchas personas apoyaron el proyecto, lo cual permitió acercar este arte a más de quince niños del barrio “La Florida”. En febrero del año pasado, gracias a los amigos de la ONG Salesian Missions, de Estados Unidos, y la gestión de la Fundación Don Bosco se pudo concretar el envío de cinco violines, un violonchelo y una viola, para implementar la escuela.
Como en todo proyecto siempre se presentan grandes desafíos. A veces, muy grandes que parecen imposibles. Pero muy creyente el P. Cayetano menciona: “Con Don Bosco un sueño es posible”. Tenía una idea que rondaba por su cabeza: viajar a Lima con los estudiantes más avanzados para recibir clases de perfeccionamiento. “Contar con un músico profesional puede ayudar a mejorar la técnica del violín y pensar en eso es una locura porque hacerlo resulta muy costoso”, sostiene el P. Cayetano.
Dicho sueño pudo hacerse realidad por las coordinaciones que se hicieron desde la Fundación Don Bosco y el aporte de donantes anónimos. Fue así que Salvador, Stalyn, Abraham y Giacomo, junto al P. Cayetano, arribaron a Lima para pasar dos semanas en la escuela de música “Soli Deo” de la Operación Mato Grosso.
Su llegada de estos niños y jóvenes se dio con mucha ilusión de conocer y aprender. Fue la primera vez de viajar en un avión, de ir a la playa, de ver paisajes nuevos, pero sobre todo de tener contacto con jóvenes músicos talentosos como ellos. Ni bien se instalaron en Ancón empezaron con las clases intensivas. “En la mañana (ensayaba) de 9 am a 12 pm y en la tarde de 4 pm a 7 pm. Como cinco horas aproximadamente, fue duro”, comenta Giacomo. Pasaron de practicar tres horas por tres días a la semana en los exteriores de sus casas a tocar diariamente en espacios cerrados con una mejor acústica.
Salvador, Stalyn, Abraham y Giacomo, adolescentes entre 13 y 16 años, concuerdan que ha sido una experiencia maravillosa. Desde mejorar la parte técnica y la afinación hasta conocer nuevos métodos de aprendizaje como la lectura rítmica y hablada. “Ha sido muy enriquecedor porque vamos a poder enseñar a los más pequeños todo lo que hemos aprendido acá y se van motivar”, sostiene Abraham.
No cabe duda de que el proyecto “Escal-Har” ha transformado vidas de muchos de sus estudiantes y lo seguirá haciendo. La Fundación Don Bosco y la Congregación Salesiana apoya y celebra el desarrollo de proyectos educativos como este, donde la razón por lo que se trabaja siempre son en pos de la juventud y la niñez.